Júpiter, próximo objetivo de la exploración interplanetaria

Construcción

Júpiter, el planeta gigante, hecho de hidrógeno y helio (como el Sol), una bola gaseosa que tal vez tenga dentro un núcleo rocoso mucho más grande que la Tierra y con una espectacular capa nubosa exterior en la que se aprecian colosales tormentas, es el destino de una nueva gran misión de exploración interplanetaria de la NASA. Su sonda automática Juno, un artefacto de más de tres toneladas y media, está listo para partir el próximo viernes desde la base espacial de Cabo Cañaveral (Florida). El lanzamiento, con un cohete Atlas V, está fijado para las 17.34 (hora peninsular), pero los meteorólogos están pendientes de la trayectoria y evolución de la tormenta tropical Emily que puede obligar a cambiar los planes.

La Juno tiene margen hasta el 26 de agosto para partir. De cualquier manera, su llegada a Júpiter para ponerse en órbita allí está fijada para el 4 de julio (fiesta nacional estadounidense) de 2016. Tiene por delante un recorrido de 2.800 millones de kilómetros que cumplir siguiendo una trayectoria diseñada de manera que, tras dos años de viaje, se aproximará de nuevo a la Tierra dentro de dos años y tomará el impulso gravitatorio necesario para llegar a Júpiter. Cuando llegue, el planeta gigante estará a una distancia de 869 millones de kilómetros, es decir, 48 minutos y 19 segundos luz, el tiempo que tardarán las señales que envié la nave en llegar a las antenas terrestres que estarán apuntadas para captarlas. La Juno mide tres metros y medio de alto y otros tantos de diámetro, con tres grandes paneles solares de nueve metros de largo cada uno.

La nueva misión de la NASA, con un coste total de 1.100 millones de dólares (775 millones de euros) tiene como objetivos investigar la estructura interna de Júpiter, observar la composición y circulación de su atmosfera profunda, desentrañar los mecanismos de sus auroras boreales, determinar si realmente tiene o no un núcleo sólido en su interior y, si es así, qué tamaño tiene, estudiar el origen de su potente campo magnético, etcétera. Los científicos, con esta misión de exploración, no solo quieren desvelar misterios intrigantes del planeta gigante, sino también conocer mejor los procesos de formación del mismo Sistema Solar.

Júpiter, por su composición, parece una estrella, y lo pudo haber sido: de haber alcanzado 80 veces más masa, se habrían encendido en su interior las reacciones nucleares que lo habrían hecho brillar como un astro. Sus nubes exteriores, compuestas sobre todo de amoniaco, forman vistosas franjas provocadas por los vientos y se desarrollan tormentas colosales, como la famosa Gran Mancha Roja que se ha venido observando desde hace más de 300 años. Más recientemente, tres tormentas menores se han fundido en una sola formando la Pequeña Mancha Roja, de aproximadamente la mitad de tamaño que la grande. Por debajo de esa capa superior de nubes de amoniaco hay nubes de agua. En las profundidades de la atmósfera, explican los científicos de la NASA, al aumentar la presión y la temperatura, el hidrógeno pasa de estado gaseoso a líquido y a partir de un cierto nivel es hidrógeno líquido conductor eléctrico, como si se tratase de un metal. Los especialistas creen que allí se origina el potente campo magnético del planeta en rápida rotación.

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